miércoles, 24 de febrero de 2021

Apuntes sobre tipos de textos.

El angelito. Un cuento de Graciela Cabal. Uno de los miedos que atormentaron buena parte de mi infancia fue el miedo de aplastar al angelito. (Hablo de mi angelito. El que me correspondía.) Es cierto que yo nunca logré verlo, porque, según la Señorita Porota —nuestra maestra de primero inferior—, los angelitos sólo se dejaban ver por las niñas buenas, calladitas, limpias y muy pero muy trabajadoras. Ella, la Señorita Porota, sí los veía (por algo era maestra). a todos los veía: cada angelito sentado al lado de la niña que le había tocado en suerte, más triste o más contento según el comportamiento de la susodicha niña. —¡A ver, tú! —decía la Señorita Porota, empinada en sus tacones—. ¡Basta ya de morisquetas! ¿O no ves que el angelito llora? Después de observaciones como ésa, la Señorita Porota acostumbraba hacernos cantar a coro: "—¿A dónde va la niña coqueta? Chirunflín, chirunflán... —A recoger violetas. Chirunflín, chirunflán... —¡Ay, si te viera el ángel! Chirunflín, chirunflan..." La máxima preocupación de la Señortia Porota —y juro que nos la transmitió— era que, entre juegos de manos o apretujones, algún angelito recibiera un mal golpe. —¡Por eso las compañeras de banco deben mantenerse bien separadas! —decía. Y bajando la voz agregaba misteriosamente: —Para no molestarlos a ELLOS... Nunca lo puede corroborar fehacientemente, pero se comentaba que las niñas malas del grado —las que eran desprolijas, bocasucias y siempre se sentaban atrás porque ya no tenían remedio y mucho la cabeza no les daba— habían intentado varias veces acabar con sus respectivos angelitos, frotándose unas con otras para reventarlos y cortando el aire con sus tijeritas de labor. (¿Acaso ignoraban, las muy bobitas, que ELLOS son inmortales?) La verdad es que los angelitos nos tenían con el Jesús en la boca. Especialmente durante los recreos, en los que había que cuidar que no se cayeran ni se tropezaran con los bebederos ni se perdieran por ahí (después de todo, eran unas especies de bebés). Lo que ninguna de nosotras podía explicar con claridad era en qué consistía la protección que nos brindaban los angelitos. ¡Si hasta llegamos a sospechar que en realidad éramos nosotras las que los cuidábamos a ellos! —Pueden charlar, caminar lentamente por el patio, jugar a rondas y otros juegos de niñas —nos decía la maestra—. ¡Así los angelitos estarán contentos! Y entonces yo, que lo que quería de verdad en la vida era ser pirata, miraba con envidia a los varones de la Señorita Lucrecia, que en los recreos corrían, saltaban y se divertían como si nada. —Señorita —me animé a preguntar un día—, los varones del otro grado ¿no tienen angelito o qué? Como ella no me contestó, después de un rato volví a mi juego de niñas. Bajo la complaciente mirada de maestras y, creo, de angelitos, seguimos cantando aquello de: "Bicho colorado mató a su mujer, con un cuchillito de punta alfiler. Le sacó las tripas, las salió a vender: —¡A veinte, a veinte, las tripas de-mi-mu-jer!" Extraído del libro Mujercitas ¿eran las de antes? y otros escritos. Buenos Aires, Sudamericana, 1998. Colección La llave. Actividades 1. Caracterizar a la narradora del cuento. ¿Te parece que narra hechos recientes o que ocurrieron mucho tiempo atrás? 2. Indica la época en la que suceden los hechos narrados. Anotar los indicios del cuento que te permitieron determinarlo. 3. Clasificar los personajes en principales y secundarios. 4. Releer las letras de las dos canciones que cantan las niñas de cuento y resuelve estas consignas: a. Determina qué tipo de texto domina en la primera canción. Justifiquen su elección. Opciones: narrativo • descriptivo • conversacional • expositivo • instructivo • argumentativo b. Según la letra de la primera canción, ¿es positivo o negativo ser una niña coqueta? c. ¿Cuál es el propósito de la letra de la canción? d.Recuerdas otras rondas o canciones de la infancia. ¿Cuáles? 5. Para reflexionar: Por qué el título del libro Mujercitas, se pregunta ¿eran las de antes? ¿Qué opinión te merece? ¿Eran diferentes las mujeres? ¿Por qué? Elabora un breve texto para justificar tu afirmación o negación.

lunes, 21 de septiembre de 2015

La amada luna ...

  Hubo una vez  un niño llamado Lucas, este niño desde que a los once meses 
aprendió  a caminar  mira la luna , la luna , luna.
  Un día de tormenta, el niño fue hacia la ventana corriendo feliz
 porque estaba adentro de su casa viendo películas;
 la luna ya no estaba se había ido, desapareció entre las nubes, 
el niño se echo a llorar hasta que la lluvia paro. 
Salió el sol, luego de la tormenta, el nene al saber que ya 
no llovía salio a fuera a esperar que se haga de noche para ver a 
su amada luna querida.
                                   Priscila Bogado
(Adaptación del romance de Federico García Lorca Romance de la luna luna

viernes, 4 de septiembre de 2015

Tú y yo


Mi casa esta llena de mirtos,
La tuya esta llena de rosas
¿Has visto a mis blancas ventanas 
Llegar tus palomas?

Tu casa esta llena de lirios
La mía sonríe amapolas 
¿Has visto rodando en mis patios
Ramas de tus frondas?

De mármoles blanco y negros
Tu casa vetustas se adorna,
Y mármoles blancos y negros
Llevan a mi alcoba 

Si luces enciende tu casa
Mi casa de luz se corona 
¿No sientes llegar de la mía 
Sonidos de loza?

De día, de tarde, de noche
Te sigo por selvas y frondas 
¿No hueles que exhalan mis labios 
profundos aromas?

De día, de tarde, de noche 
Te sigo por selvas y frondas.
¿No sientes que atrás de tus pasos 
Se quiebran las hojas?

¿No has visto regadas tus plantas 
De frutas las cargadas las moras,
Si matas las sendas,las ramas
Henchidas de palomas?

Cuidando tu casa en silencio 
Me encuentra despierta la aurora 
Cuidando en silencio tus plantas,
Podando tus rosas

Tu casa proyecta en  mi casa 
De tarde, alargada, su sombra,
Nunca miraste sus  muros 
Cargados de rosas

Igual a tus patios mis patios
Que surcan iguales palomas
Y nunca has mirado mi casa 
Cortado mis rosas

Igual a tus lirios mis lirios 
Que iguales costumbres en floran...
Y nunca has mirado mi casa,
cortado mis cosas.
Alfonsina Storni  

LA VEJEZ

y yo envejecemos juntos;
veamos un poco : ¿Cómo es esta vejez?
Los turbios ojos se cierran antes de que sea de noche ,
la perezosa cabeza está despeinada a mediodía.
Apoyados en bastones , damos a ratos un paseíto,
o estamos sentados todo el día con las puertas cerradas.
No osamos mirarnos el rostro en un espejo claro ,
no podemos leer los libros con letras pequeñas.
Cada vez más hondo es el cariño de los viejos amigos,
cada vez mas raro nuestro trato con los jóvenes.
Queda una cosa :el placer de las charlas ociosas 
en mayor que nunca cuando nos encontramos los dos .
Pochu- I
   

martes, 1 de septiembre de 2015

Juegas todos los dias

Juegas todos los dias con la luz del universo.
Sutil visitadora, llegas en la flor y en el agua. 
eres más que esta blanca cabecita que aprito
como un racimo entre mis manos cada día.



A nadie te pareces desde que yo te amo.
Déjame tenderte entre guirnaldas amarillas.
Quien escribe tu nombre con letras de humo entre
las etrellas del sur?
Ah déjame recodarte cómo eras entonces, cuando aún no existías.



De pronto el viento aúlla y golpea mi ventana 
cerrada.
El cielo es una red cuajada de peces sombríos.
Aqui vienen a dar todos los vientos, todos,
Se desviste la lluvia.


Pasan huyendo los pajaros.
El viento. El viento.
Yo sólo puedo luchar contra la fuerza de los
hombres.
El temporal arremolinada hojas oscuritas
Y suelta todas las cocas que anoche amarraron al cielo.
Tú estas aqui. Ah tu me huyes 
Tú me responderas hasta el ultimo grito.
Ovillate a mi lado como si tu vieras miedo.
Sin embargo  alguna vez corrió una sombra extraña por ojos. 


Ahora, ahora tambien, pequeña, me traes madreselvas,
y tienen asta los senos perfumados.


Mientras el viento triste galopa matando mariposas 
yo te amo, y mi alegria muerde tu boca de ciruela.


Cuándo te habra dolido acostumbrate a mi, 
a mi alma sola y salvaje, a mi nombre que todos
ahuyentan.
Hemos visto arder tantas veces el lucero besándonos
los ojos
y sobre nuestras cabezas destorcerse los crepusculos
en abanicos gigantes. 
Mis palabras llovieron sobre ti  acariciandote.
Amé desde hace tiempo tu cuerpo de nacar soleado.
Hasta te creo dueña del universo.
 te traeré de las montañas flores alegre, copihueres,
avellanas oscuras, y cestas silvestres de besos.


Quiero hacer contigo
lo que la primavera hace con los cerezos

PABLO NERUDA
poor Lautaro Vera